Sobre mí

Soy Ana y no soy La Maga por el personaje de Rayuela, de Julio Cortázar.
El apodo surgió hace tiempo, en la sala de redacción de una revista en la que hacía mi pasantía de periodismo, cuando mi pasión más grande era escribir para salvar el mundo, o por lo menos, a Colombia, mi país natal.

Me dijeron maga porque a pesar de ser la más inexperta de toda la sala de redacción, logré escribir en tiempo récord una nota para la portada. El periodismo es así- pensaba yo: se hacen cosas imposibles.

Hasta que me convertí en mamá.

Mis dos hijos, Luciana, de 5 años, y Vicente de 2, sí que me han hecho sentir que puedo lograr lo imposible. Ser una mamá-maga (como la mayoría de las mamás) capaz de transformar lo natural en extraordinario.

Ellos dos, cada uno en su tiempo, llegaron a mi vida para llenarla de sentido y de propósito.   Por ellos me han dicho loca, porque a veces no hago las cosas de una manera convencional aunque a mi parecer sean normales: parir en la casa, dormir con ellos, dar teta hasta que quieran, ser una mamá que se queda en casa.

Es lo mínimo, si los parí con todas las  fuerzas de mi alma y con todo el dolor posible de mi cuerpo. Es lo mínimo, porque son ellos mis grandes maestros de la vida.

Por eso, en honor a ellos, mi marido y yo nos comprometimos a que no tengan otra tarea más que ser felices. La mejor herramienta para lograrlo, creo yo, es con una crianza consciente y conectada y una educación libre de ataduras.

Vamos a ver a donde nos lleva este camino. Sé que nada de lo que uno sueña es imposible y mucho menos si se sueña con amor.

Gracias por leer.

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